22 febrero 2012

cincuenta y cuatro

Menos mal que estoy loca, sino nunca te habría conocido.

Es demasiado pronto para escribirte, pero aunque el tiempo compartido no haya sido excesivo, cuenta lo suficiente como para incubar una historia casi tan larga como nuestra banda sonora.

Loca, como digo, de remate, diría la gente. En el fondo yo no lo creo tanto. Más bien creo que ya necesitaba ser Alejandra (y tú sabes lo que eso significa). La cuestión es que me apetecía escapar y llegaste justo en ese momento, invitándome a un plan algo descabellado que no pude más que aceptar.

Al día siguiente estaba contigo. "Podría haberte dejado tirada", efectivamente, "pudiste", pero no lo hiciste y algo antes ya me decía que no lo harías. En caso contrario no habría ido hasta "dondeCristoPerdióLaChancla" para conocerte.

Antes de conocerte ya te conocía y al conocerte de verdad lo confirmé. En alguna parte del mundo tenía que existir alguien (aparte de R y yoMisma) en cuya mente cupiesen a la vez Cash, Creedence, Luz Casal y Ella Fitzgerald, como ejemplos de buena música (mil perdones a todos los grandes que no nombro, porque entonces esto sería interminable). He tenido la suerte de encontrate y gracias a ello, mi fe en la humanidad no se ha terminado de disipar. 

Tengo que entrar en materia porque sino no me quedaré tranquila. "En materia" digo, porque de esta conexión metafísica podría hablar infinidades, pero es que hasta tú, en persona, como tal, molas. "Cacho" abrazo que me diste nada más verme y monólogo que me soltaste de camino a tu casa (y yo con mi habitual jaqueca taladrándome el cerebro). Aun así te escuché, siempre tienes algo interesante que contarme. Al llegar a casa no podía faltar la música, y nada menos que del tocadiscos. Tendrás que perdonar a esta cabecita porque no se acuerda del disco que pusiste, solo se que me gustó, como toda la música que me pones. Así comenzó esa banda sonora interminable, infinita y eterna que por siempre nos acompañará.

De pronto estábamos en tu sofá, arropados con una manta compartida, el disco se acabó y entonces del ordenador comenzaron a sonar más de catorce horas de música aleatoria. Se me antoja un abrazo, un beso cariñoso y un comienzo demasiado dulce para lo que en los días siguientes sucedería. Unas manos que me tocaron de forma tan repentina como deseada. Por supuesto me dejé tocar y entonces comenzó a sonar "Cigarettes" al son de tus labios en mi cintura. Tal placer recibí que no puede más que, entre gemidos, cantar a ratos una letra ya casi olvidada, y en tu cara esa sonrisa de pillo (aunque siendo honestos, yo lo llamaría más bien "vicio") que me volvía más loca todavía.

Parece ser que esto de la locura es algo contagioso, porque cuando me quise dar cuenta te tenía dentro, todo se había vuelto jugoso, resbaladizo y apetecible hasta tal punto de anular el hemisferio racional de mi cerebro que me decía "precauciones" (tengo que reconocer que con voz de R, siempre será mi conciencia en estas cosas, sabe que en el fondo soy una irresponsable). Como única opción posible el ritual continuó haciendo caso omiso de las recomendaciones de mi conciencia. La confianza se hizo patente cuando deslicé una mano hacia mi cintura mientras jugaba con la tuya, y entonces el placer se dejó venir en forma de contracciones y suspiros que acabaron por relajarme mientras a ti te producían el efecto contrario. Con el relax aumentó la humedad y para entonces tu respiración ya estaba junto a mi cuello y tu cintura sobre mi ombligo.

Ritual satánico debe ser, por ello arderemos eternamente en el infierno, cometiendo semejantes pecados capitales de los que derivan placeres tales que la cordura nos hacen alterar. Y ojalá así sea, lujuria eterna... tú, aquí... "uf" eternamente. Bendito infierno. Si es que ¿ves? hasta me dejas sin palabras. 

No caeré en la recreación de cada momento (creo que sería otro interminable), sobre ello solo añadiré "más y mejor", y con la seguridad de que con la frecuencia mejorará (si es que es posible mejorarlo más aún). 

Luego pasaron dos días más. Encerrados y sin necesidad de contacto con el mundo exterior. Tú, yo y la buena música fuimos más que suficientes. Ni siquiera 39º de fiebre (aunque no tuvieses termómetro, estoy segura de que llegué a alcanzarlos) fueron capaces de persuadirme de la salida al exterior en busca de una farmacia, como siempre digo y mantendré, el sexo es la mejor medicina. Y quedó demostrado, ni con el más fuerte de los medicamentos me hubiese sentido mejor al día siguiente.

Cuenca seguirá ahí y pronto la visitaremos, cuando mi salud decida portarse bien conmigo. Cuentas pendientes con terceras personas ya se saldarán, y para siempre sabes que mi casa (y mi cama especialmente) estará abierta para tí.

De tu primer recuerdo me quedaré con esa sensación de no poder parar de reir, con toda la música, con tu sonrisa, con tu interés, con la sensación de ser yo, con la ilusión de San Pedro, con Libertad, conmigo misma, porque sabes que en el fondo contigo me encontré. En esta ocasión, palabras es lo que sobran. Cada momento, cada conversación contigo, lo deja todo escrito.

Sin más que añadir, firma: tu musa.


6 comentarios:

  1. Por que al leerte me vienen a la cabeza tantos recuerdos? En esencia es como si lo hubiera escrito yo.. por eso me gusta tu casa, es como estar en la mía y descubrir que no solo yo soy "así"

    (El "cacho" abrazo será por siempre inolvidable)

    Besos ;)

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    1. qué bonico! :) muchas gracias por el comentario. Siempre serás bienvenida en esta casa.

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  2. Bendita locura, bendita fiebre y benditos rituales satánicos... :)


    besos

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  3. Pero, las musas existen de verdad? A mí no me visitan, me temo. Snif.

    Es un placer.

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    1. oh, a mi me brindaron ese halago en su momento... no se si realmente he llegado a inspirar algo. Lo que si te puedo decir es que yo al menos si que tengo "musos", en plural, claro, casi todo lo que escribo de hecho deriva de sensaciones que me inspiran otras personas. No tiene porqué haber una sola "musa de tu inspiración", puede ser "cualquiera", solo hace falta imaginación :)

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